La novela negra está de moda

getafe negro

Este género está en auge en nuestro país y no hay más que ver los diferentes certámenes de cine y novela negra que se celebran en España a lo largo del año. Los que más nos gustan son la BCNegra, de Barcelona, El Festival de Novela Negra de Gijón  y el Getafe Negro en Madrid. Un género algo denostado hace unos años que resurge con una nueva generación de escritores, junto con algunos veteranos que han logrado hacerse un hueco en este género. Prueba de ello es el ganador del Premio Planeta 2012 , Lorenzo Silva, con su novela “La marca del meridiano”. Sus personajes y casi toda la trayectoria de sus libros retratan un panorama de investigaciones, tramas y degradados paisanajes.

Cartel de Getafe Negro

Como de vez en cuando nos gusta acercarnos a los escritores y tomar contacto con la comunidad de apasionados de las letras, este año hemos participado en varias conferencias y encuentros que se han celebrado en el último festival de Getafe Negro.  Aparte de la lectura como acto íntimo, también nos gusta disfrutar de eventos literarios , poniéndoles caras a los autores y pudiendo charlar con alguno en persona. Así que nos pusimos las gafas negras y la gabardina para camuflarnos entre todos los aspirantes a escritores.

El término de novela negra tiene su origen en Francia, pero el auge se da en los años 20 del pasado siglo en Estados Unidos. En España, es bastante más tarde cuando se sitúa el origen de la novela negra.

La novela negra española es una mezcla de novela policíaca con una crónica social. Describe conflictos, crímenes, violencia y sexo en una sociedad corrupta, sin dejar de lado la política. Vamos , ahora novela negra a veces se confunde con prensa diaria. Los temas no pueden estar más de actualidad. Los periódicos surten de temas bastante bien a los autores. Ahora más que nunca, sí que se cumple el clásico de la realidad supera a la ficción.

Quizás en España sea Manuel Vázquez Montalbán el máximo representante de este género. Es el creador del famoso detective Pepe Carvalho. Es hijo de inmigrantes gallegos y trabaja como detective privado en un despacho en las Ramblas. Investiga todo tipo de delitos, desde infidelidades conyugales a asesinatos o desapariciones.

Eduardo Mendoza es otro de los grandes de nuestra novela negra: un clásico que hemos leído todos.  Creó un detective anónimo, habitual huésped del psiquiátrico, que resuelve crímenes en una grotesca Barcelona de finales del siglo XX en El misterio de la cripta embrujada (1979), El laberinto de las aceitunas (1982) y La aventura del tocador de señoras(2001).

Juan Madrid publica su primera novela -Un beso de amigo-, en 1980. Ha publicado cuarenta libros entre novelas, recopilaciones de cuentos y novelas juveniles y es considerado uno de los máximos exponentes de la nueva novela negra o urbana europea. Tiene muchos seguidores en las redes sociales con un sinfín de admiradores. Estuvo presente en varias charlas de Getafe Negro.

Lorenzo Silva

Lorenzo Silva es quizás el más conocido por el lector masivo. Además de captar a lectores heterogéneos, sus famosos sargento Bevilacqua y la cabo Virginia Chamorro han captado la atención hasta para ser llevados a la pequeña pantalla.

«Ahora es el momento de la novela negra en España».  Igual que en Estados Unidos el gran ‘boom’ fue en los años 30, tras el ‘crack’ y la gran depresión, ahora la crisis del sistema ha propiciado que sea también así aquí», ha comentado Lorenzo Silva.

Nos paseamos durante unos días por Getafe intentando ver en sus calles rastros de algún detective camuflado entre la gente. Pero nada, ni una pista…

Encarcelados

Sí que nos encontramos a Lorenzo Silva presidiendo casi todas las conferencias. Repasamos la actualidad de la novela negra y nos quedamos algo intranquilos con  la mesa redonda de espionaje “Como nos espían: ciberespionaje al desnudo”,  en la que Eric Frattini y miembros del Cuerpo de Investigación Tecnológica del Cuerpo Superior de Policía, nos desvelaron cómo somos todos vigilados en casi todo momento –algo muy de actualidad con la CIA -. Los periodistas Jalis de la Serna y Alejandra Andrade retrataron la otra parte y real de los presos en cárceles del otro lado del charco, en una charla que nos conmovió a todos.

Un homenaje a Manuel Vázquez Montalbán y otro en honor al fallecido Jose Luis Sampedro, compusieron la parte de los grandes maestros.

Y la nota de color, cómo no, la puso Fernando Arrabal, que además de un dramaturgo prestigioso , es un showman también reconocido. Donde va la lía, busca provocar y ser el clásico “enfant terrible” contracorriente. Arrabal, que no cultiva el género negro, sí que vive durante décadas en París , por lo que nos habló de la importancia de la novela negra francesa en el contexto del fascinante mundo del “teatro pánico”, la locura creativa y el recurso de su amigo Roland Topor.

Fernando Arrabal

Nos contestó a varias preguntas si bien no entendimos la totalidad de las respuestas. Con dos gafas sobrepuestas, una en los ojos y otras gafas de corazones rayados sin cristales en la frente, nos increpó a que le regaláramos un broche que llevaba uno de nosotros. Insistió tanto, que tuvimos que regalárselo, delante de todos los asistentes a la charla que aplaudieron no se sabe muy bien por qué.

Pero no somos originales, ya que recordemos su famoso incidente en el programa “El mundo por montera” de F.Sánchez Dragó , o el más reciente en el programa “El intermedio” donde da respuestas imposibles a la redactora. Las respuestas son del estilo a las que nos dio a nosotros.

Si queréis recordar estos momentos podéis verlos aquí

Un concurso de microrrelatos, una gymkhana con pistas para jugar a ser detectives, música de jazz y muchos libros, conformaron casi quince días de eventos, donde un misterioso cuervo negro sobrevolaba sobre nuestras cabezas.

Os dejamos con el microrrelato ganador del festival, a ver si os sugiere un denso aire de misterio:

«Las provisiones» . Víctor Jiménez de Miguel

Demasiados asientos vacíos para un vuelo low-cost. Era excesivamente restringida la oferta o, simplemente, volar por encima de los Andes, hacia Santiago, cuando el invierno aún daba los últimos coletazos, apetecía a muy pocos.
Me senté, como acostumbro, cerca de la salida de emergencia. En cuanto lo hice, me rodearon –en los asientos a mi lado, en los que tenía delante y en los que había a mi espalda— un grupo de muchachos atildados, atléticos y de gestos educados.
Me incorporé para echar un vistazo. En el avión, había otros tres grupos de pasajeros. En los tres casos, seis o siete jóvenes deportistas rodeaban a una persona que, como yo, presentaba sobrepeso. El muchacho que se sentaba a mi izquierda me tiró suavemente de la manga y me sonrió esquinadamente. “Siéntese señor, y estese tranquilo. El estrés da mal sabor a la carne”.
Supe entonces que mi destino no era Santiago de Chile.

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