Me vas a tener que perdonar, pero no es culpa mía. En realidad, no es culpa de nadie. A veces, las cosas vienen así dadas. Y es que las herratas de hoy son poco… «poéticas», digamos.
El lenguaje es extenso y rico, y todas las palabras tienen los mismos derechos. Sirva esto como introducción justificativa de lo que viene a continuación. Confesémoslo también: las erratas que convierten una frase normal —incluso anodina— en algo escabroso o tabú suelen hacernos más gracia a casi todos, porque el efecto sorpresa se multiplica; es así de simple. ¡Y que salga el sol por Antequera!
Empecemos…
Héctor P. nos envía la primera herrata. Hoy en día, ya sabemos que las navidades empiezan cada vez más pronto, pero parece que Héctor decidió adelantarse y comprar los típicos polvorones, aunque no supo ver que uno de los ingredientes no era de su agrado. De hecho, salvo las moscas, es difícil pensar a quién podría gustarle este manjar. ¿Adivinas qué letra falta?
El español no es un idioma fácil para muchos extranjeros que viven en España. Tenemos una conjugación verbal bien compleja y, además, para los emigrantes asiáticos, las diferencias entre ciertos sonidos (b, v, p, d…) no son tan evidentes como para nosotros. Quizá por eso, este cartel de una tienda china que nos envía Eduardo H. no es tanto un reclamo para vender como un despiste. ¡Seamos comprensivos! Pero oye, ¡qué buen descuento le han aplicado al precio!
Por último, tenemos aquí las características técnicas de un producto. Sin pararnos demasiado en acentos, puntos decimales y mayúsculas, jamás había visto un instrumento deportivo que reuniera unas características tan sorprendentes. No merece la pena ni comentarlo, ¿verdad?
¿Qué? ¿No has visto ninguna herrata últimamente? ¡Compártela con nosotros!
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1 respuesta a Herratas prosaicas