Dentro de los artículos que iré publicando en este blog con consejos para escritores —tanto literarios como creativos o técnicos—, quería tratar hoy ciertas cuestiones de léxico. La elección del lenguaje es fundamental para hacer llegar el mensaje correctamente o, dicho en otras palabras: podemos decir lo mismo de muy distintas maneras, pero cada una hará que el lector lea el texto y perciba el mensaje de diversas maneras. Del mismo modo, no utilizamos las mismas expresiones para dirigirnos a un público adulto en una columna de opinión que a un público adolescente al que queremos ofrecer un servicio.
No debemos perder de vista esta máxima: «Lo importante no es el continente, sino el contenido». Es decir, lo que importa es centrarnos en el mensaje y no en aquello que lo envuelve. Las palabras son el vehículo. A veces, nos preocupamos más de engalanar el vehículo que lo que transporta. Por hacer un símil alcohólico: un buen vino no sabe mejor en un vaso de cartón, igual que un mal vino no mejora en una copa de cristal fino.
Aquí van, sin más preámbulo, algunos consejos sueltos sobre muletillas y leves faltas que cometemos al escribir.
Uso de terminología uniforme sin evitar los sinónimos
Tanto si escribes ficción como si haces redacción técnica, la repetición de un término no es deseable, máxime si aparece en oraciones seguidas o varias veces dentro de un mismo párrafo. Eso sí, no confundas estas repeticiones innecesarias con el hecho de llamar a las cosas por su nombre. Evita confundir a tu lector usando distintos nombres o sinónimos para términos técnicos que deben llamarse siempre igual.
Hace poco, por ejemplo, en el texto de una página web, describían un concepto de cinco maneras distintas (verbigracia: iniciar sesión, logarse, loguearse, acceder al sistema y entrar), lo que demostraba que los textos venían de distintos autores, que había un descuido general y una falta de cohesión. ¡Tardé un buen rato en darme cuenta de que todas esas expresiones querían decir lo mismo en aquella página!
Etcétera y puntos suspensivos
Decía un colega estadounidense que los españoles vivimos acomodados en la elipsis. «La definición de infinito es un grupo de españoles despidiéndose en la puerta de un bar», añadía. Y ese carácter, que hace que nos cueste cerrar ciertos temas, también queda patente cuando escribimos. Debemos meditar sobre las fórmulas de cierre y completar bien lo que queremos contar y narrar.
Permíteme que comparta un pequeño truco contigo: emplea el etcétera o los puntos suspensivos como sistema de alarma antivaguedades. Dicho de otro modo: si te descubres usando cualquiera de los dos, párate y medita. ¿No estarás siendo demasiado vago? No me entiendas mal: el etcétera y los puntos suspensivos son correctos, pero, a veces —en especial, si se han usado varias veces en un texto—, pueden transmitir la sensación acumulativa de vaguedad general. Una manera elegante de cerrar una enumeración es incluyendo todos sus elementos (Necesitamos esto, eso y aquello). Si realmente hay tantos elementos que no vale la pena citarlos, prueba a cerrar la frase así: Necesitamos esto, eso y aquello, entre otros. Evita así dejar la frase abierta y el mensaje resultará mejor elaborado.
Muletillas y marcadores del discurso
Todos tenemos nuestras muletillas, nuestras expresiones repetitivas, incluso algunas que no tienen verdadero valor significativo, pero que usamos con mucha frecuencia: está claro que; finalmente; al fin y al cabo; de hecho; a decir verdad, etcétera.
En ocasiones, son expresiones erradas: Es por ello que… en lugar de Por eso…; inclusive en lugar de incluso; pero sin embargo… en lugar de pero o sin embargo; una cierta… en lugar de cierta, a secas.
Asimismo, a cualquier persona que escriba, le conviene detectar y gestionar bien los marcadores del discurso. En la web de BiblioEteca encontrarás varios libros al respecto.
El lío del y/o
Esta expresión la tomamos —cómo no— del inglés. Incluso algunos manuales de estilo en lengua inglesa desaconsejan su uso. En español no es necesario el uso de esta expresión, que, además, resulta poco «elegante». Dicho de otra manera, la conjunción o no es limitativa en español. Si yo digo «Me voy a comer un pastelito o un yogur», no excluyo totalmente comerme ambos.
Piénsalo de otro modo: ¿alguna vez le has dicho en voz alta a alguien una frase así?: «Quiero estudiar Arquitectura y/o Informática». Si realmente quieres hacer especial énfasis en el hecho de que elegirás uno, otro o los dos, la frase sería: «Quiero estudiar Arquitectura o Informática, o ambas».
En algunos casos, es más innecesario que en otros. Por ejemplo, si escribo: «Buscamos asistentes que hablen inglés o francés», resulta casi absurdo aclarar que resultaría estupendo que hable ambos.
¿Tenéis muletillas o pequeñas manías a la hora de escribir? ¡Compartidlas con nosotros en los comentarios!
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