El libro electrónico y Europa

Estos días han saltado un par de noticias muy interesantes sobre el libro electrónico y su futuro en nuestro continente (y alguna no menos interesante allende los mares). Me parece esta una buena oportunidad para mostrar mi opinión meditada sobre todo ello.

La primera noticia, en aparatosidad, no en cronología, es que la UE investiga si las editoriales han pactado el precio de los libros electrónicos. Según las informaciones, inspectores comunitarios de la competencia entraron a registrar varias oficinas de las grandes editoriales francesas… Aparentemente buscaban pruebas sobre un posible pacto de precios en el libro electrónico. Es decir, antes que empezar a competir por el mercado del libro electrónico, que permite variaciones de precios, deciden acordar un pacto de no agresión que permita exprimir al pobre lector y no dejar al mercado regular sus precios.

Una vez consultadas las editoriales, en vez de defenderse de que se les acuse de tamaña tropelía, han sacado un dedo acusador para apuntar a Amazon y señalarla como instigadora de la operación inspectora. Llegando a decir que la intención de Amazon es vender libros «a cualquier precio como hacen en estados unidos»… Y digo yo, ¿qué problema hay en vender los libros electrónicos a cualquier precio? ¿No es lo que se hace con el resto de las cosas? Cosas de editores…

En realidad, el resto del universo espera la llegada de Amazon a nuestro país y al resto de europa como un impulso importante de las ventas de libro electrónico que, actualmente, están prácticamente congeladas por la desidia de las editoriales patrias. Se puede ver en esta carta de Carmen Balcells que las ventas actuales son pirricas y que Amazon es visto como el mal necesario para vender realmente libro electrónico.

La realidad se muestra tozuda en insistir en que hay un cambio de paradigma en el tema cultural, que los consumidores ya no son pasivos y que hay que cambiar los modelos basados en los soportes, la localidad y la escasez por otros que se basen en las descargas, la globalidad y la abundancia. Cualquier intento encaminado a minar estos nuevos paradigmas no son sino coletazos del animal moribundo que representa la industria tradicional que, en lugar de invertir en innovar y evitar que EEUU nos adelante tecnológica y comercialmente se ha dedicado a buscar leyes que criminalicen a sus clientes y que intenten poner puertas al campo (lease ley sinde o similares).

Llegados a este punto, ¿en EEUU ya lo tienen todo claro?… Ni mucho menos, nos llegaba igualmente la noticia curiosa de que la editorial Harper Collins limita el préstamo de ebooks en bibliotecas. Si pensamos un poco, las bibliotecas son recintos dedicados a que los que no pueden o no quieren comprar libros tengan acceso a los mismos de manera gratuita… Como Harper ha considerado que, además, deben ser unos clientes rentables se ha limitado a usar un DRM totalmente fuera de lugar que solo deja prestar 26 veces el libro… Totalmente ridículo, en lugar de enfocar el negocio mediante las nuevas posibilidades que ofrecen las características positivas (no se deterioran, no tienen coste de duplicación, no tienen apenas coste de distribución, permiten extras…) se han extrujado la mollera en ver cómo lo hacen más parecido a un libro en papel (deteriorable, unitransferible, con costes de almacenaje y distribución…) para seguir cobrando por servicios que ya nadie necesita (la reposición de los libros gastados). ¿Hasta dónde llegarán con la resistencia pasiva-agresiva a la nueva realidad?

La solución es fácil: Nada de DRM.

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