«Tonto el que lo lea».
Cuando era pequeño, recuerdo haber leído esa pintada cerca de mi casa y maravillarme porque alguien se hubiera tomado la molestia de pintar un muro (en aquel momento, con brocha, eh) sin buscar a cambio más que… ¿una sonrisa? Y no sin cierto riesgo, porque, en aquella época, si te pillaba, la policía te daba y luego te preguntaba qué hacías con el pincelito…
Todo ha cambiado mucho desde entonces: los métodos de pintura y también la policía. De hecho, los muros ya no son lo que eran. El autor de aquel grafiti ahora tiene cuenta en Facebook. Eso sí: su mensaje sigue siendo casi tan efímero como entonces. Dura unos días, y puede que hasta lo lea menos gente.
Hace tiempo, leí un libro sobre grafitis que podrás encontrar en BiblioEteca: Pintadas 80-90-00, en donde se hace un repaso de algunas pintadas con motivos políticos y otros en la España de esas décadas.
La necesidad de trascender, de quejarse, de criticar, de tener notoriedad, de declarar sentimientos, de resultar sencillamente graciosos… empuja a muchos a publicar sus mensajes en muros, pancartas y espacios públicos, con brocha, spray o teclado. Y si es importante, se fabrica una señal ex profeso en metal, para que dure.
Por ejemplo, en este barrio, cuidan de los más pequeños y, si ese cartel está ahí, es porque hay más de un émulo de Schumacher:

El niño corre que se las pela con su grueso suéter de lana, que contrasta con sus pantaloncitos cortos.
Sin embargo, en este local aprecian a los niños, mientras «no anden solos» (¿quizá habría que llevarlos atados?):
Y sin salir de las cuestiones de seguridad y protección, en esta casa —Argentina, claro— tienen perros que son peligrosos, pero no por la raza, sino por su condición psiquiátrica, a juzgar por el retrato robot que incluyen:

Nunca te fíes de un perro argentino que no esté en terapia. Las mordeduras freudianas se infectan más.
En esta tienen un solo perro, pero es pastor, y lo aclaran para que nadie se lleve a engaño:

Lo peligroso sería tener un perro que te dijese al pasar por delante de la verja: «¿Conoces la palabra del Señor?»
De todos modos, los muros también expresan sentimientos nobles, versos a gritos, llamadas de auxilio, así que me gustaría despedirme con este, creado por la gente de Acción Poética, un creativo movimiento argentino de poesía mural.
Una reflexión que muchos podemos hacernos. Y en ella podemos cambiar el verbo doler por costar, tardar y sustituir amado por leído, conocido, viajado…
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1 respuesta a Literatura mural urbana